Si bien este hecho no tiene gran predicamento ni mucha fama entre los eventos más importantes en la historia de España, la conquista de las Islas Canarias supuso una pieza clave en la formación y mantenimiento de las conquistas y colonización de las tierras americanas.
Se convirtió en una base imprescindible donde los buques españoles atracaban para abastecerse y descansar antes de la gran travesía de casi un mes que les esperaba, así como en reparar los barcos que tuviesen cualquier problema. Sin ellas, evidentemente, nada habría sido igual ya que el resto de archipiélagos africanos estaban ocupados por los portugueses (Azores, Madeira y Cabo Verde) y probablemente no habrían dado demasiadas facilidades a sus vecinos para expandirse y convertirse en una potencia mundial.
La conquista de las islas comenzó a principios del siglo XV cuando bajo el reinado de Enrique III de Castilla las islas de Lanzarote, Fuerteventura, Hierro y Gomera fueron ocupadas por los nobles normandos Jean de Bethancourt y Gadifer de la Salle, aliados del rey castellano a los que concedió el llamado “derecho de conquista” a cambio de su vasallaje. A esta fase de la conquista se le conoce como la Conquista Betancuriana.
Posteriormente, a mediados del siglo XV, comenzó la conocida como conquista señorial castellana al vender los normandos sus dominios y los derechos de conquista de las islas al conde de Niebla, hasta que dichos derechos llegaron a manos de la corona de Castilla que inició la conquista completa del archipiélago en 1479. Fue en el tratado de Alcáçovas, que puso fin a la guerra de sucesión castellana, donde Castilla reconocía la soberanía de Portugal en el resto de islas africanas y éste se la reconocía a Castilla en las Islas Canarias. Los Reyes Católicos, ya con las manos libres, enviaron al adelantado Alonso Fernández de Lugo que tras duras batallas, incluso siendo derrotado en la primera batalla de Acentejo en mayo de 1494, logró vencer la resistencia guanche al vencerlos en la segunda batalla de Acentejo en 1496.
Esta conquista representó una primera prueba con “fuego real” de lo que sería la conquista, colonización y explotación de las nuevas tierras en América. En ella se dieron prácticamente los mismos elementos que aparecerían después:
– El adelantado como “empresario” responsable de la operación que asumía todos los riesgos derivados de la misma.
– La capitulación como permiso de la corona al adelantado en el que se fijaban las condiciones y compromisos del mismo sobre las tierras descubiertas y conquistadas.
– El utilizar las disensiones internas de los nativos para conseguir aliados y tener opciones de victoria.
– El uso de las últimas técnicas militares así como de un armamento mucho más sofisticado que el que disponían los nativos.
La Paz de los Realejos firmado por los líderes guanches (Taoro, Tegueste, Tacoronte y Anaga) y el adelantado Alonso Fernández de Lugo el 25 de julio de 1496 puso fin a los enfrentamientos, cristianizó a los nativos y unió las Islas Canarias a los reinos de las Españas.
esto esta todo mal dicho
Hola Juan, gracias por visitar Historia del Nuevo Mundo y también por tu comentario. Sin embargo, si puntualizases un poco más qué es lo que está mal podrías ayudarme un poco.
No creo que “todo” esté mal.
Gracias y recibe un saludo.