Una vez terminada la fortificación de Santo Domingo el Adelantado dejó en ella a 20 hombres armados y partió hacia la Jaragua a visitar al cacique Behechio, cuyo cacicazgo se encontraba en un apartado lugar de la isla (abarcaba toda la zona suroccidental) y estaba libre de roces con los españoles y también de sus tributos. Dicha zona era de las más populosas y fértiles así como sus gentes de muy agradable trato y de aspecto algo más moreno que los del resto de la isla.
Con Behechio vivía su hermana Anacona, viuda de Caonabo, bellísima e inteligente princesa que a pesar de que fueron los españoles los que vencieron y le robaron a su esposo les tenía gran admiración y respeto. Para evitar problemas convenció a su hermano de que no luchase contra ellos, sino al contrario, los aceptase como aliados, y así lo hizo.
Bartolomé, tras un par de jornadas festivas en la ciudad de Behechio, les confesó el verdadero motivo de su visita, que no era otro sino pedirles tributo, a lo que Behechio respondió que ellos no tenían manera de pagar con oro ese tributo ya que en la zona no existía, pero que bien podían pagarles con lo que abundaba en sus tierras, algodón, cáñamo y pan de casaba. A lo que el Colón accedió sin poner ninguna pega. De forma pacífica había conseguido incorporar a la disciplina española a los últimos caciques que quedaban libres. La conquista de la isla, se podía decir, que prácticamente había finalizado.
Al día siguiente y muy agradecidos por el trato recibido partieron hacia la Isabela. Se la encontraron mucho peor de lo que la habían dejado, casi sin provisiones, muchos habían muerto y otros tantos estaban gravemente enfermos, no había casi alimentos ni medicinas, todos los abastos que llevó Pedro Alonso Niño ya se habían consumido. La situación era insostenible.
Muchos querían volver a España pero en el puerto tan sólo había una carabela a la que según, Diego Colón, le faltaban aparejos y cuerdas para poder navegar, excusa que los españoles no creyeron aumentando el descontento. Ya no sólo estaban subalimentados y sufriendo muchas enfermedades y dificultades sino que además estaban materialmente encerrados y sin posibilidad de huir a España.
Evidentemente, una nueva rebelión, mucho más importante que las anteriores estaba en ciernes.