La expedición organizada y liderada por el navegante portugués Fernando de Magallanes supuso la primera circunnavegación al Mundo de la historia. Pero él no la pudo completar porque a mitad de viaje murió en un enfrentamiento con los nativos en las islas Filipinas. Sí lo hizo Juan Sebastián Elcano, que capitaneó la expedición desde Tidore hasta España, y los 18 marineros que sobrevivieron a tan impresionante hazaña. Dicho viaje fue financiado en su totalidad por la corona española. En esos momentos reinaba el joven Carlos I de España y con él se lograba el viejo sueño de Cristóbal Colón de llegar a las Indias navegando siempre hacia el oeste. Si bien ya se había descubierto el Mar del Sur por Vasco Núñez de Balboa en 1513 y se sabía que cruzando el istmo centroamericano a pie y luego embarcando podría realizarse dicho viaje, pero el tamaño del Mar del Sur era una incógnita y no había aparecido nadie interesado en aventurarse en algo tan arriesgado.
Las Capitulaciones de Valladolid de 1519
Magallanes había navegado durante mucho tiempo por el Océano Índico por lo que conocía perfectamente las costas asiáticas y africanas, pero no así las americanas. El navegante portugués tuvo la idea de retomar el proyecto de Cristóbal Colón y llegar a las islas de la Especiería navegando hacia el oeste y superando el ya conocido continente americano por su extremo sur y atravesando el Mar del Sur llegar a su objetivo. Este proyecto se lo propuso al rey de España Carlos I a través del obispo de Burgos Juan Rodríguez de Fonseca, mano derecha del rey y cabeza principal en todo lo referido a las Indias y las expediciones ultramarinas. Para su tranquilidad el navegante aseguró al rey que toda la ruta caería siempre en zona castellana evitando así indeseados conflictos con los portugueses. La idea inicial del viaje era el de llegar hasta las Islas Molucas y luego retornar por el mismo camino, es decir, volver a atravesar el Océano Pacífico y luego ascender el Atlántico hasta España.
Mediante las Capitulaciones de Valladolid de 22 de marzo de 1518 el rey otorgó a Magallanes apoyo financiero y material y el título de gobernador y adelantado de las tierras que descubriese:
«Por cuanto vos, Fernando de Magallanes, caballero natural del Reino de Portugal, y el bachiller Ruy Falero, así mismo natural del dicho Reino, queriéndonos hacer señalado servicio, os obligáis de descubrir en los términos que nos pertenecen y son nuestros en el mar océano, dentro de los límites de nuestra demarcación, islas y tierras firmes, ricas especierías y otras cosas de que seremos muy servidos y estos nuestros Reinos muy aprovechados…».
Y en ellas se reflejaron algunos de los derechos y mercedes que se concedían a los capitulantes:
- La quinta parte de los derechos y ganancias que correspondiesen al rey Carlos I.
- El título de gobernadores y adelantados de las tierras conquistadas y descubiertas, siendo estos títulos heredables a perpetuidad.
- Se les faculta para poder comprar lo que quieran en Asia y lo vendan en Castilla tan solo teniendo que pagar la quinta parte al monarca de los beneficios obtenidos.
- De cada seis islas que descubriesen podían escoger dos en los que no tendrán que pagar el quinto real.
La Expedición
La expedición se componía de 5 naos, 239 hombres y unas provisiones que debían de permitir navegar durante dos años. La nave capitana era la Trinidad capitaneada por Fernando de Magallanes y el resto de las naves eran la San Antonio de Juan de Cartagena, la Concepción de Gaspar de Quesada, la Victoria de Luis de Mendoza y la Santiago de Juan Serrano. Entre los tripulantes se encontraba Antonio Pigafetta, escritor y diplomático italiano que se enroló siendo nombrado cronista oficial de la expedición y que relataría en su “Relación del primer viaje alrededor del mundo” todos los detalles del viaje. Si bien el encargo de hacerlo no fue por una afición a la ciencia histórica y a la literatura, sino porque la corona española exigió ser informada de todos los detalles de la expedición, igualmente viajaban en ella contadores y oficiales reales que vigilaron y registraron todos los hechos económicos de la misma. Nada quedaba sin ser registrado. El astrónomo Ruy Faleiro, organizador principal junto a Magallanes y que aseguraba que el Mar del Sur era muy pequeño, fue expulsado de la expedición, según se dice por motivos de salud, y en su lugar se incluyó al capitán español Juan de Cartagena.
Partida de Sevilla, 10 de agosto de 1519
Partieron de Sevilla el 10 de agosto de 1519 navegando el río Guadalquivir hacia su desembocadura. Tras unos días llegaron a Sanlúcar de Barrameda (Cádiz – España), ya en la costa atlántica, en donde se realizaron nuevos ajustes a la expedición y se solucionaron diversos imprevistos. De aquí partieron el 20 de septiembre en dirección a las islas Canarias donde se realizaría una primera escala en Tenerife para proveerse de más agua y leña, y continuaron hasta las islas de Cabo Verde en donde Magallanes el 3 de octubre dio la orden de virar al oeste y poner proa hacia las costas del Brasil.
Navegaron durante algo más de un mes cruzando el Océano Atlántico sufriendo varios temporales bastante peligrosos. Tras costear Sudamérica durante un mes llegaron el 13 de diciembre a la bahía de Guanabara (Río de Janeiro) en donde desembarcaron para estirar las piernas y recargar agua y leña y productos de la zona. Continuaron el viaje siguiendo la ruta de Juan Díaz de Solís en su expedición de 1515 que les llevó a internarse en el Río de la Plata, conocido en aquel momento como Río de Solís, durante bastantes kilómetros pensando que aquello era el cabo sur que les permitiría sobrepasar el continente americano pero no, tardaron bastante en darse cuenta de que aquello era agua dulce y que por lo tanto era un inmenso río. Decepcionados viraron al este para retomar la costa actual argentina.
El Puerto de San Julián
Exploraban cada bahía, siempre hacia el sur, cada entrante del mar tratando de encontrar ese paso al otro Océano pero no había suerte y el clima cada vez era más riguroso y frío. Esto llevó a Magallanes a decidir parar durante un tiempo para dejar que pasase el invierno. El 31 de marzo de 1520 encontraron una bahía resguardada a la que llamaron Puerto de San Julián y se dispusieron a invernar durante 6 meses hasta que las temperaturas subiesen de nuevo. Pero lo que subió repentinamente fue la temperatura de los expedicionarios al producirse una rebelión de los capitanes españoles que exigían votar la vuelta a España. Pensaban que aquello era una locura y una muerte segura. La única respuesta que obtuvieron fue una rotunda negativa por parte de Magallanes. Se produjeron serios disturbios que fueron sofocados y finalmente los rebeldes fueron apresados. Tres de los cuatro capitanes fueron ejecutados, solo se salvó Juan de Cartagena que fue desterrado y abandonado en aquellas inhóspitas tierras. Algo parecido a ser ejecutado pero más lento y doloroso.
El 24 de agosto partieron de San Julián las 4 naves supervivientes, la nao Santiago había encallado por una tempestad y tuvieron que abandonarla, y pusieron rumbo sur llegando a finales del mes de octubre a una amplia bahía a la que llamaron de Todos los Santos. Desde allí, y para minimizar riesgos, enviaron dos naves para que la explorase y ver qué había ahí. A los 3 días retornaron confirmando que aquello sí que parecía el paso del sur porque después de esa bahía había otra más y de agua salada. Pero ese momento de alegría tuvo su parte amarga para Magallanes. El piloto de la San Antonio, Esteban Gómez, viendo el éxito, pidió regresar a España, argumentaba que con aquel descubrimiento ya habían cumplido de sobra con la misión y que debían de volver para informar, reorganizar una nueva expedición y retomar la ruta ya descubierta. Pero esto no gustó al portugués que se negó en redondo. Aún así el capitán castellano no dio su brazo a torcer y, haciendo caso omiso de las órdenes, una de las noches siguientes partió en la San Antonio y desapareció camino de España. La suerte quiso que estos prófugos en su camino de vuelta descubrieran las Islas Malvinas.
En el Estrecho de Todos los Santos o Estrecho de Magallanes
Continuaron navegando por el estrecho que llamaron de Todos los Santos, igual que la bahía por la que entraron, observando la fauna y flaura local, las hogueras de los nativos por la noche y todo aquello que pudiera resultarles de utilidad. Hasta que el 27 de noviembre de repente se encontraron en mar abierto. Habían logrado llegar al Océano Pacífico. Magallanes decidió erróneamente no tocar costa chilena, territorio que aún no había sido conquistado por los españoles, y adentrarse en el océano, que él pensaba que era el Índico y que en pocas semanas llegarían a las islas Molucas. No tenía ni idea de que se estaba adentrando en la masa de agua más grande del mundo. Serían tres largos meses de navegación sin encontrar una sola isla donde obtener agua y alimentos. El hambre y el escorbuto azotaron a los marineros. Pigafetta lo narra muy crudamente en su Relación del viaje:
«El bizcocho que comíamos ya no era pan, sino un polvo mezclado de gusanos que habían devorado toda su sustancia, y que además tenía un hedor insoportable por hallarse impregnado de orines de rata. El agua que nos veíamos obligados a beber estaba igualmente podrida y hedionda. Para no morirnos de hambre, nos vimos aun obligados a comer pedazos de cuero de vaca con que se había forrado la gran verga para evitar que la madera destruyera las cuerdas. Este cuero, siempre expuesto al agua, al sol y a los vientos, estaba tan duro que era necesario sumergirlo durante cuatro o cinco días en el mar para ablandarlo un poco; para comerlo lo poníamos en seguida sobre las brasas. A menudo aun estábamos reducidos a alimentarnos de serrín, y hasta las ratas, tan repelentes para el hombre, habían llegado a ser un alimento tan delicado que se pagaba medio ducado por cada una..»
Las Islas Marianas
Tras tres meses infernales rodeados de agua salada y sol, hambre y enfermedad en los que murieron más de 30 hombres el 6 de marzo de 1521 avistaron una isla tropical, repleta de palmeras y vegetación. Se encontraban en la isla de Guam a la que llamaron isla de los Ladrones por el indiscriminado asalto al que fueron sometidos los expedicionarios por los nativos locales que se encaramaron a las naves para robarles todo lo que pudieron. Una vez sometidos los ladrones y recuperada la normalidad cargaron los barcos con agua, carne y fruta y se dispusieron a continuar navegando en busca de las islas de la Especiería.
Muerte de Fernando de Magallanes
Cientos de islas se abrían ante ellos. Las llamaron Islas del Poniente que más tarde serían conocidas como Islas Filipinas en honor del, en ese momento, príncipe de Asturias Felipe que se convertiría en unos años en el rey Felipe II. Entablaron los primeros contactos con los nativos, concretamente en isla de Mactan, en el poblado de Cebú, llegaron a un acuerdo con el rey Hamubón para ayudarle en su guerra contra el cacique Silapulapu. El 27 de abril de 1521 Magallanes marchó junto a algunos de sus hombres a la isla de dicho cacique con la intención de tomarla por la fuerza y así cumplir con su compromiso, pero los nativos les estaban esperando y cayeron en una emboscada en la que Magallanes fue mortalmente herido por una flecha envenenada. Allí quedó su cadáver que no pudo ser recogido por sus hombres.
Fue sustituido al frente de la expedición por el capitán Duarte Barbosa. Pero aquí no terminó la desgracia de la expedición. El rey Hamubón sospechó que los españoles le podían traicionar y asesinó a 27 españoles engañados con un banquete ficticio, incluido Barbosa. Los supervivientes huyeron de allí antes de caer en manos de los nativos en dos de las naos, la Trinidad, al mando de Gómez Espinosa que fue nombrado nuevo capitán general de le expedición, y la Victoria, al mando de Juan Sebastián Elcano. La nao Concepción tuvo que ser abandonada y quemada en la isla de Bohol para que no cayese en manos enemigas. El bajo número de supervivientes no sería capaz de gobernar 3 naos, no hubo otro remedio.
A lo largo del mes de mayo y junio navegaron entre las islas del Mar de China hasta que en el mes de julio llegaron a la isla de Borneo. Allí el rajá Siripada invitó a los extranjeros a un banquete en donde pudieron observar que los borneanos escribían y tenían costumbres refinadas y muy avanzadas. Pero no vieron nada más interesante a nivel comercial y decidieron continuar en busca de las islas Molucas que eran, al fin y al cabo, el objetivo de su viaje y lo que les sacaría de la inmundicia y pobreza en que se encontraban.
Llegada a la isla de Tidore
Por fin, el 8 de noviembre de 1521, arribaron a la isla de Tidore, una de las islas Molucas. Estas islas son un conjunto de unas treinta islas pequeñas de origen volcánico. El recibimiento fue muy grato y empezaron a negociar con el sultán Almansur ofreciendo utensilios castellanos a cambio de clavo y nuez moscada. Debían de actuar rápido porque estas islas estaban en zona portuguesa, no como prometió el astrónomo al rey Carlos. Cargaron las dos naves con las riquezas asiáticas e intentaron partir pero en el mismo puerto la Trinidad comenzó a hacer aguas y tuvo que quedarse para ser reparada, esto aumentaba el riesgo de ser interceptada por los portugueses por lo que los capitanes de la expedición decidieron que la nao Victoria continuara el viaje a España hacia el oeste y no como se había programado de regresar por donde habían venido. No se conoce con exactitud el motivo de esta decisión pero a mi parecer esto aumentaba la dificultad del viaje porque tendrían que atravesar por el centro del océano Índico, una ruta desconocida ya que no existían islas conocidas, aunque con ello disminuían la posibilidad de caer en manos portuguesas. La nao Trinidad, una vez reparada intentó el tornaviaje según lo previsto pero los continuos temporales la devolvieron a las islas Molucas y finalmente, como se temían, fue capturada por los portugueses. De sus 50 tripulantes 30 murieron mientras intentaban el tornaviaje por el Pacífico. Del resto solo cuatro lograron retornar a Europa.
Regreso a España
Arribaron a Timor en donde se abastecieron para iniciar la travesía del Océano Índico. De allí partieron el 11 de febrero de 1522, doblaron el cabo de Buena Esperanza evitando los puertos africanos pero a la altura de las islas de Cabo Verde ya no tenían ni agua ni alimentos y la nao presentaba varias vías de agua preocupantes. Decidieron atracar en la isla de Santiago y simulando venir de América en una expedición pedir ayuda a los portugueses, que en un principio se mostraron colaboradores pero cuando se dieron cuenta de que ese barco venía de las islas Molucas detuvieron a los quince marineros españoles que habían desembarcado pero no así al resto que lograron huir camino de España.
Juan Sebastián Elcano llegó a Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre y al puerto de Sevilla el 8 de septiembre de 1522. Se había completado la primera circunnavegación de la historia, que les llevó a recorrer unos 75000km y que supuso la primera prueba definitiva de la esfericidad de la Tierra, si bien este hecho era conocido desde tiempo atrás. Al día siguiente de atracar en Sevilla los 18 supervivientes en camisa y descalzos con un cirio en la mano cumplieron su promesa de visitar la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria y la de Santa María de la Antigua.
Partieron de Sanlúcar 239 hombres y retornaron tan solo 18 al mando de Juan Sebastián Elcano y otros 4 meses después de la nao Trinidad. Con las especias transportadas la expedición obtuvo cuantiosos beneficios.